Rompiendo barreras: un llamado a la inclusión de las personas con disCapacidad en Colombia
Cada año, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad nos invita a reflexionar sobre los avances y desafíos en la construcción de una sociedad inclusiva. Este año, en Colombia, las cifras presentadas por la Procuraduría General de la Nación no solo exponen una preocupante realidad, sino que también nos llaman a actuar con urgencia y empatía.
Detrás de cada número está una persona, una historia, un sueño truncado por barreras que, como sociedad, hemos permitido que persistan. ¿Cómo podemos hablar de igualdad cuando solo el 23,5% de las personas con discapacidad tienen acceso al empleo, frente a un 66,4% de la población general? Este dato no solo señala exclusión, sino también oportunidades desperdiciadas para enriquecer nuestra fuerza laboral con talentos diversos y valiosos.
En el ámbito educativo, la situación no es diferente. Apenas 17 de cada 100 personas con discapacidad logran matricularse en programas de educación superior. Estas cifras reflejan un sistema que no ha sabido adaptarse para garantizar igualdad de acceso y oportunidades.
Incluso el sector público, que debería ser un modelo a seguir, está lejos de ser inclusivo. Con solo un 0,85% de empleados de planta y un 0,41% de contratistas con discapacidad, se hace evidente que la inclusión no ha sido una prioridad, a pesar de los mandatos legales existentes.
La importancia de actuar ahora
Estos datos no son solo estadísticas; son un reflejo de cómo como sociedad seguimos dejando de lado a millones de personas con discapacidad. Pero la inclusión no es un acto de caridad. Es un derecho. Es reconocer la dignidad, la valía y el potencial de cada persona. Y más allá de eso, es un beneficio colectivo: una sociedad que incluye es una sociedad que innova, que crece, que progresa.
La Procuraduría ha liderado importantes avances, como acciones judiciales para proteger derechos, protocolos de atención inclusiva y capacitaciones que promueven la equidad. Sin embargo, esto es solo el principio. Para que la inclusión sea una realidad, necesitamos que todos los sectores —gobierno, empresas, instituciones educativas y ciudadanos— se unan en este esfuerzo.
Promovamos acciones concretas
No podemos permitir que estas cifras se repitan año tras año. Necesitamos acción inmediata y comprometida:
1. Empresas inclusivas: Implementar programas de contratación para personas con discapacidad y adaptar los entornos laborales a sus necesidades.
2. Educación accesible: Garantizar que las instituciones educativas cuenten con recursos adecuados, como intérpretes de lengua de señas, tecnologías asistivas y materiales accesibles.
3. Sensibilización social: Combatir los prejuicios que perpetúan la exclusión, promoviendo una cultura de respeto y empatía hacia las personas con discapacidad.
4. Cumplimiento legal: Exigir la reglamentación y aplicación de leyes como la Ley 2418 de 2024, que establece que el 7% de los empleos en el sector público deben ser ocupados por personas con discapacidad.
Un llamado a la empatía y la acción
La Procuradora General, Margarita Cabello Blanco, afirmó que “no descansaremos hasta que las personas con discapacidad puedan vivir en igualdad de condiciones y oportunidades”. Esta promesa debe ser un compromiso colectivo. No podemos esperar más.
Cada uno de nosotros puede hacer algo. Desde nuestras palabras hasta nuestras acciones, podemos construir un entorno más inclusivo. Preguntémonos: ¿qué estamos haciendo hoy para garantizar que ninguna persona con discapacidad quede atrás?
La inclusión no es un favor; es justicia. Es tiempo de actuar con empatía y compromiso para garantizar que todas las personas, sin importar sus capacidades, puedan vivir, estudiar y trabajar en condiciones de igualdad. Solo entonces podremos decir que estamos avanzando hacia una sociedad realmente equitativa y humana.